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Sobre los esquemas ideológicos



 El Hombre está compuesto material y espiritualmente. Está dotado de valores permanentes como son el amor, la verdad, la justicia, la solidaridad, la libertad y la búsqueda de trascendencia. Por esto, es natural que tienda por sí mismo al bien común.


Tanto el egoísmo - con el que el liberalismo intenta justificarse- como el odio – al cual el marxismo busca exacerbar – son disvalores. Como el frio, que nada es sino ausencia de calor. Estos disvalores existen por una determinada ausencia en tiempo y espacio del amor y la solidaridad. El peligro de las ideologías es que, en lugar de utilizar a las ideas como herramientas para trabajar en la realidad, intentan adaptar la realidad a las ideas. De esta forma, el liberalismo logró imponer la mentira de que la historia se ordena a través de la acción individual y el marxismo, por su parte, que lo hace a través de la lucha de clases. Convenientemente, ambos prestan nula atención al mundo greco-romano como así también a las “islas pensantes” de la edad media para pararse desde el “yo pienso, luego existo” de Descartes. Este vicio de partir la historia y arrancar desde cero, es una muletilla que desde la “revolución” francesa en adelante se repetirá constantemente, de manera casi infantil y a veces suicida.

Las ideologías son un laberinto que aleja al individuo de la búsqueda del bien común. Pero sus peligros no se limitan a un conjunto cerrado de ideas. Cabe mencionar que la sola negación de una determinada ideología sin acompañamientos de una doctrina también funciona como un esquema ideológico. Siguiendo esta lógica, no hay duda que el progresismo es estéril pero no lo es menos el conservadurismo que corta al hombre según su conveniencia. Un ejemplo de esto último, es que tachan a la “cultura woke” de destructora de familias y callan la boca ante los grandes niveles de infidelidad. El nacionalismo puede caer fácilmente en un esquema ideológico en tanto y en cuanto deja lo “nacional” para concentrarse en el “ismo”. La práctica concreta del nacionalismo católico argentino es muestra de esto.

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